LA SIRENITA DEL LAGO LOS MOLINOS



JUAN COLETTI

1

VACACIONES

         Como todos los años para el mes de enero, la familia de Gustavo Luna alquilaba una cabaña en las riberas del Dique Los Molinos con sus traviesos hijos Gastón y Evelyn, que ahora tienen doce y diez años, respectivamente. Aunque, como buenos hermanos, los niños se pelean por cualquier motivo, siempre están dispuestos a emprender cualquier aventura que se les presente, sin medir las consecuencias.
         Ya habíamos leído lo que le sucedió a Gastón en EL LABERINTO DE LOS ESPEJOS y a los dos hermanitos en la increíble historia de NO ABRAN ESA PUERTA. Pero, como no sospecha ningún lector y tampoco los que van a resultar protagonistas en esta nueva aventura, lo que va a suceder no estuvo jamás en la imaginación de ningún escritor de literatura fantástica y menos, por supuesto, en la mente de cualquier ser humano, común y ordinario como es el caso del matrimonio Luna.
         La cabaña que alquilaron no era muy grande pero limpia y confortable con tres ambientes, su respectivo baño, la cocina y el infaltable asador con un pequeño horno de barro donde a Gustavo le agrada hacer sus famosos asados o meter al horno las sabrosas empanadas que hace Lila, la amable y siempre obediente esposa y buena madre.
         Aquel famoso domingo habían llegado desde su casa en Cabana después del mediodía, luego de almorzar en un restaurante en la ruta, de modo que mientras los esposos se dispusieron a dormir la siesta, Gastón y Evelyn recibieron permiso para ir a pescar, pero con la condición de que no se atrevieran a meterse al lago.
         -Escuchame, Gastón -dijo con su voz de trueno el señor Luna-, más te vale que no hagas travesuras y que cuides de tu hermana. Lleven todo para pescar, pero tengan ojo con meterse a nadar porque si me levanto y los sorprendo, ya vas a saber quién es tu padre. ¿Escuchaste?
         -Sí, pa, te escuché. ¿Acaso soy sordo?
         -No sos sordo, pero sí desobediente y mal educado. Y no me contestés haciéndote el pícaro porque ya mismo se van a su pieza.
         La señora Lila también quiso decir lo suyo.
         -Mi amor, no le contestes así a papá. Vayan y aprovechen sus vacaciones. Les prometo cocinar esta noche los pejerreyes que pesquen. Cuidá a Evelyn.
         -Está bien, mamá. No haremos ningún lío. Vamos, tontita, traé el balde con las lombrices.
         -Te he dicho mil veces que no me llames tontita. ¿Escuchaste, estúpido?
         -Sí, niñita. Seguime, no olvidés que soy el jefe, el que da las órdenes.
         -El que siempre me mete en problemas.
         Los esposos Luna entraron a la cabaña muy abrazaditos mientras sus hijos se dirigían a la costa del dique cada uno con una larga caña para pescar, vestidos a la usanza del verano, con sombreros de tela para soportar el ardiente sol de Córdoba en pleno verano.
         Lo cierto es que los niños pescaron solo dos pejerreyes que fue parte de la cena. Comieron temprano y como allí no había ni radio ni televisión, mientras los esposos se dispusieron a jugar a las cartas, los niños volvieron a la costa del lago con las mismas intenciones que tiene todo pescador: regresar con el balde lleno de preciosos pejerreyes. Pero esta vez no pescaron nada, aunque sí pescaron un susto mayúsculo un momento después que Evelyn se había quedado dormida y Gastón seguía empuñando la caña, enojado porque sus esfuerzos seguían siendo inútiles hasta el momento en el que le pareció que, muy cerca del anzuelo, daba vueltas una especie de pez de gran tamaño, un pez que de ninguna manera podría habitar en ese lago de agua dulce.
         Gastón agitó la caña como invitando al pez a morder la carnada, pero lo que de pronto apareció ante él fue algo maravilloso, inesperado, fantástico, propio de un cuento de hadas, pero nunca de la vida real. Se quedó mudo, petrificado, no podía pronunciar una sola palabra. Rozó apenas a su hermana para despertarla justo en el momento en que la imagen que había visto se zambulló y desapareció en las profundidades.
         - ¡Evelyn! ¡Despertá!
         -Gastón, ¿qué te pasa? Tenés cara de loco. ¿Qué ha sucedido?
         -No vas a creerme, te lo juro. Acabo de ver algo increíble.
         - ¿Qué has visto?
         -Vi a un pez, muy grande, casi de tu tamaño, que en lugar de tener cabeza de pez tenía la cabeza de una niña.
         - ¡Estás loco! Te quedaste dormido y has soñado.
         -Te juro que la vi y vi que ella me vio. Es hermosa. Su cabello es abundante y tiene ojos negros que me miraban con asombro.
         -Gastón, no intentes asustarme, se lo voy a contar a papá.
         -Ni se te ocurra, mocosa tonta. Te prohíbo que cuentes lo que acabo de contarte.  Prometé que será nuestro secreto. Por favor, no digas una palabra.
         Pero como Evelyn no había jurado mantener el secreto, apenas ingresaron a la cabaña, no pudo resistir y dijo en voz alta:
         -Mamá, papá, Gastón acaba de conocer a una hermosa sirenita que vive en el lago. Vamos, no seas cobarde, contale a papá y a mamá lo que viste.


2

CAZADORES DE SIRENAS

         No bien escuchó de boca de Evelyn la sorprendente revelación de que Gastón había visto, frente a frente, a una pequeña sirena en el dique, el señor Luna comenzó a reírse de tal manera que parecía que su cuerpo se iba a desarmar. Gastón miró a su hermana con enojo porque había faltado a su promesa de no decir nada. Al mismo tiempo, la madre de los niños, al comienzo se quedó como petrificada pero cuando vio a su esposo riendo como un loco, ella también comenzó a reírse, pero con un poco más de cuidado hacia el niño que se había quedado quieto, sin responder, sin atinar a defenderse,
         -Muy bien, Gastón, me has hecho reír. Siempre he pensado que tenés una imaginación increíble. Quien nos dice que cuando seas mayor te conviertas en un escritor de ciencia ficción.
         -Pero, papá, yo…
         -Bueno, bueno -intervino la señora Lila-, la cena está lista. Vamos, ayuden a poner la mesa.
         Comieron y no se volvió a decir una palabra. Todos se habían quedado en un riguroso silencio, cada uno pensando en algo que los demás jamás sabrían, especialmente Gustavo Luna que de pronto se puso serio, lo miró atentamente a Gastón, se levantó y le rozó la cabeza con un afecto pocas veces demostrado.
         Todos se fueron pronto a dormir. Evelyn entró rápidamente al mundo de los sueños mientras Gastón se quedó despierto, pensando, desorientado porque había algo que faltaba en su encuentro con el extraño ser que vivía en el agua. Alrededor de las dos de la mañana, saltó de la cama, y se vistió rápidamente. Algo urgente lo estaba reclamando.
         -Evelyn…Evelyn…despertate,  por favor.
         -Gastón, ¿qué te pasa? Quiero seguir durmiendo. No me sigas molestando.
         -Tenés que acompañarme por favor. Vos siempre has compartido conmigo hermosas aventuras. Vamos, esta puede ser la más genial de todas.
         -Está bien, te sigo, pero no hagamos ruido porque si papá despierta, sabés la tunda que vamos a recibir.
         -Vamos, hay luna llena. No hace falta que llevemos una linterna.
         Sigilosamente salieron sin hacer ruido y corrieron hacia el mismo lugar que acostumbraban ocupar en la costa del lago. Se sentaron apoyados en el tronco de un robusto árbol y se quedaron quietos durante un buen rato, como si supieran que algo importante  iba a suceder.
         De pronto Evelyn dio un salto.
- ¿Qué sucede? -preguntó Gastón.
- No hagas ruido, alguien me está hablando.
- ¿Quién? No escucho una palabra.
- Aquí, en mi cabeza. Me dicen: ¡Sos hermosa!
Gastón se quedó petrificado. Alguien se estaba comunicando también con él a distancia. “Vos también sos un chico hermoso, como tu hermana, gracias por venir”.
Escucharon un fuerte golpe en el agua y allí estaba la pequeña sirenita, sosteniéndose erguida mediante rápidos movimientos de su cola. Se veía muy bonita y sonreía agitando sus manos para que los chicos no se asustaran.
         -Hola, niños, me estoy comunicando con el único lenguaje universal que ustedes, los humanos llaman telepatía. ¿Leen mi mente en este momento?
         -Sí -respondió Evelyn.
         -También yo -aseguró Gastón.
         -Entonces presten atención porque no tengo mucho tiempo. Deseo contarles que estoy aquí de vacaciones, como ustedes, con la diferencia de que yo vivo en el agua y ustedes en tierra. Soy del planeta Aquarius que es un inmenso mar en donde todos sus habitantes viven como yo, en el agua.
         En ese momento escucharon que se aproximaba una lancha con unos potentes faros que cubrían con ráfagas de luces la superficie del agua.
         -Debo escapar, esos hombres me están buscando. Tengo miedo…
         La sirenita se zambulló y en instantes desapareció. La lancha atracó junto a los niños. Uno de los tripulantes les gritó:
         - ¿Puedo saber qué diablos están haciendo ustedes a esta hora?
         -Nuestros padres nos han dado permiso, señor. Le digo la verdad, tartamudeó Gastón.
         - ¡Vaya, qué padres tan buenos que tienen! Pero eso no me interesa un pito, lo que quiero saber es si ustedes han visto algo así como una especie de pez muy grande, muy raro.
         -No, señor, no hemos visto a nadie. Estamos aquí porque es más fresco para dormir.
         -Escuchame bien, mocoso, más te vale que nos digas la verdad. ¿No vieron nada raro?
         -No, señor, se lo juro.
         -Bien, muchachos, vámonos, estos dos chicos parecen bastante estúpidos.
         Es fácil imaginar el enojo y la humillación que sintió Gastón, pero no dijo una palabra. Tomó de la mano a su hermana y regresaron a la cabaña procurando no hacer ruido y un momento después estaban plácidamente dormidos.



3

SIGUEN LOS COMENTARIOS

         Frente a la cabaña se había reunido un grupo de turistas y vecinos que discutían en voz alta. En sus rostros se reflejaba el interés, la preocupación y también la ambición por llegar a ser famosos y ricos.
         -Tal como le estamos comentando, amigo Luna. Lo que está ocurriendo en el Dique los Molinos ha movilizado a todo el mundo. No solamente van llegando periodistas sino también, y en especial, científicos, escritores de literatura fantástica y toda esa chusma de curiosos y charlatanes.
         -Sí, ya nos hemos enterado con mi esposa. Pero, díganme, ¿qué puedo hacer yo, cómo puedo colaborar?-contestó el padre de los niños aventureros.
         -Vamos, amigo, no se haga el que no sabe.
         - ¿Que no sé qué?
         -Por favor, no nos diga que no sabe que sus hijitos, como se anda murmurando, se han contactado con esa cosa…
         - ¿Qué me está diciendo?
         - Vamos, pregúnteles a sus hijos.
         -No le permito que se metan con nuestra familia. Así que será mejor que se retiren y nos dejen en paz.
         -Usted, querido amigo, no sabe lo que se está perdiendo.
         - ¿Qué me estoy perdiendo?
         -Mucho dinero, eso es lo que va a perder si no colabora. Si capturamos a esa criatura de otro mundo, nos pagarán millones de dólares que vamos a repartir entre los que colaboren.
         -Escuchen lo que voy a decirles. No me importa ningún dinero porque no creo en esa historia estúpida de que están buscando a una especie de sirena -dijo Gustavo-. Me parece que nos estamos volviendo locos o algo peor. Por favor, sigan convenciendo a otros vecinos. Por mi parte, me retiro. Muchas gracias por la visita.
         Lila tomó del brazo a su marido y entraron a la cabaña. Nadie podría afirmar que estaban enojados, serios o preocupados. Lo único cierto es que se estaba armando un lío terrible.
         - ¡Evelyn, Gastón! Vamos a tomar el desayuno.
         -Ya vamos, nos estamos vistiendo.
         Tomaron el desayuno sin decir una palabra.
         -Papá y yo vamos hasta la Villa a hacer algunas compras en el supermercado. Necesitamos carne, verduras y gaseosas. Volveremos en una hora, más o menos. Ustedes vayan a pescar, pero no hablen con nadie, ni una palabra. ¿Escucharon o tengo que repetirlo?
         -Sí, ma, está bien. No nos vamos a meter en ningún lío.
         -Creo que ya estamos metidos en un embrollo. Vamos a ver cómo salimos y si el asunto se complica, de vuelta a casa. ¡Mañana mismo! - dijo con enojo el jefe de la familia.
         Gastón y Evelyn prepararon sus equipos de pesca, se pusieron sus respectivos sombreros de tela y se fueron directamente al lugar acostumbrado. Se veían nubes bajas como anunciando lluvia pero no hacía mucho calor. Se sentaron apoyados en el tronco del viejo árbol y esperaron y esperaron hasta que en sus cabezas sonaron las palabras de la sirenita:
         -Estoy en lo profundo del lago. No debo salir para que no me capturen. No tengo mucho tiempo. Quiero continuar contándoles sobre mi vida y mi familia.
         -Pero antes -emitió Gastón su pensamiento- decinos tu nombre.
         -En mi planeta no tenemos nombres individuales. Todos somos uno. No creo que me entiendan. Pero si ustedes lo desean, digan qué nombre me van a dar.
         -Estela -dijo Evelyn-. Cuando te mueves vemos la estela que se forma en el agua.
         - ¡Estela! Me agrada ese nombre. Ahora escuchen lo que voy a contarles. Como ya les había dicho soy de un planeta llamado…

4

LA HISTORIA DE ESTELA

         -Como ya les había dicho, soy de un planeta llamado Aquarius que es un inmenso mar. No hay tierras, ni bosques, ni llanuras, ni polos helados. Mi padre dice que así ha sido desde hace millones de años. Somos mamíferos, como vuestros delfines, nos reproducimos mediante el intercambio sexual y nacemos rodeadas por el amor y la protección de nuestra especie.
         Ustedes se estarán preguntando por qué estoy aquí. Como también les comenté, estamos de vacaciones. Al pasar por este hermoso planeta, divisamos este pequeño lago artificial. No podría explicar porqué le pedí a mis padres que me dejaran algunos días en este lugar mientras ellos iban de visita a un grupo de nuestros amigos que viven en el Océano Pacífico, muy cerca de Australia. Estoy aquí desde aquella noche en la cual tuvimos nuestro primer encuentro. Me agrada el agua dulce, es más suave, más delicada que el agua salada de mi planeta.
         Me duele decirles, chicos, que este lugar no es seguro para mí. Saben que se han organizado varios grupos para capturarme y dejarme encerrada en alguno de los zoológicos acuáticos en el que me tendrían prisionera y jamás volvería ver a mis padres, ni poder regresar a mi planeta, ese lugar maravilloso donde he nacido.
         -Sabemos que corres peligro, Estela, tenés que ser muy cuidadosa. - El pensamiento de los chicos llegó en el acto a la cabeza de la sirenita.
         -Gracias, mis hermosos. Tendré mucho cuidado. Pero deseo contarles que junto a mis padres viaja también mi hermanito más pequeño. Es varón y muy travieso y no quiere jamás separarse de mamá. Como ya vieron, soy una niña. Mis pechos son pequeños, pero están creciendo. Recibo clases de bailes y técnicas para huir de los enemigos que también tenemos en mi planeta.
         - ¿Son horribles?
         -Horribles y malos. Fueron sembrados en nuestro mundo por seres malvados que llegaron de un lugar lejano.  Sabemos defendernos, pero siempre existe el peligro de que nos atrapen y devoren.
         - ¡Qué espanto!
         -Sí, dice mi madre que el Bien y el Mal están en todo el Universo, tal como sucede en el Planeta Tierra, esta enorme casa en donde ustedes han nacido. Ahora tengo un poco de miedo.  Mandé un mensaje a la nave de mis padres para que vengan a buscarme. Lo siento, pero debo irme.
         En ese momento, con los motores apagados, se iba aproximando la lancha de los que intentaban atrapar a la sirenita. No hacían el menor ruido hasta que se escuchó:
         -Tiren la red, tiren la red, allí, allí donde se ven burbujas. Ahí debe estar esa cosa. Vamos, es nuestra mejor oportunidad. Tiren las redes.
         En ese momento sonó un disparo de escopeta.
         - ¿Qué estás haciendo, grandísimo idiota?
         -Disparé porque si no la atrapamos con las redes será mejor capturarla viva, aunque esté herida.
         -Sos el mismo tarado de siempre. Vamos, arrojen las redes.
         Gastón y Evelyn se quedaron quietos sin saber qué hacer. La voz silenciosa de Estela llegó a sus cerebros desorientados:
         -Debo irme. Perdón, mis hermosos, les prometo que regresaré. Esta noche, muy a horas de la madrugada.
         Ahora sonaba el motor de la lancha, los perseguidores iban de un lado a otro, a los gritos, buscando a su presa, con desesperación y con odio.

5

ÚLTIMO ENCUENTRO

         Otra noche en vela por temor a quedarse dormidos. Gastón y Evelyn decidieron turnarse empleando un viejo reloj que estaba sobre la mesa de luz. Mientras uno descansaba, el otro no pegaba un ojo, atento a los ruidos de lanchas y botes que venían del lago, voces y gritos de los que continuaban rastreando a nuestra
Estela, la hermosa sirenita del planeta Aquarius.
         Bien sabemos que, en Córdoba, durante el verano, el amanecer comienza a partir de las cinco, de modo que a esa hora ya hay un poco de luz.
         -Mis hermosos, los estoy esperando. No demoren-. El mensaje resonó en la cabeza de nuestros protagonistas.
         -Estamos saliendo…no te vayas…
         Llegaron al sitio de siempre, pero en el agua del lago no había señal de presencia alguna. Esperaron unos pocos minutos hasta que emergió la cabeza del extraño ser que venía a despedirse.
         -Hola, niños.
         -Hola, Estela. ¿De verdad que hoy te irás?
         -Sí, mis padres vienen en camino. No tengo mucho tiempo. Quiero que entren al agua porque deseo abrazarlos. Vengan, no teman. Sáquense toda la ropa, no se avergüencen de sus cuerpos desnudos. Vengan, yo los protegeré. Aquí no es muy profundo. Bien, así, así…
         En un instante se inició el espectáculo más bello jamás imaginado por ningún ser humano de la Tierra: un niño, una niña y una pequeña sirenita que danzaban, se arrojaban agua, se abrazaban una y otra vez, sin apuro, como si dispusieran de todo el tiempo del mundo hasta que escucharon la proximidad de varias lanchas.
         -Mis pequeños hermosos. Adiós, debo escapar de esta gente que viene a atraparme. No se pongan tristes. Si por mí fuera me quedaría a vivir en este lugar el resto de mi vida, pero no es posible. Adiós…adiós…
         La sirenita se hundió en la profundidad del dique esperando ser rescatada por sus padres. Con el aumento de la luz solar, los niños observaron que en toda la ribera del lago se habían reunidos miles de personas. Docenas de lanchas lanzando sus redes, helicópteros de la policía y de periodistas de los países más distantes tras la primicia que sacudiría los noticieros de miles de radios, emisoras de televisión, diarios, celulares, teléfonos en todas las lenguas del planeta.
         Gastón y Evelyn permanecieron quietos, abrazados, observando aquel escenario realmente escandaloso, con sus mentes tele comunicadas con Estela, esperando que ocurriera un milagro o una tragedia. Los minutos parecían horas interminables hasta que, de repente, en lo alto del cielo apareció una luz brillante que aumentaba su tamaño y se dirigía hacia la multitud. La luz se fue transformando en un platillo volador, un ovni como se los denomina, una poderosa nave espacial que se hundió con violencia en el agua provocando que todos los botes y lanchas volcaran mientras sus tripulantes nadaban con desesperación hacia las orillas.
         La multitud se había quedado en completo silencio. Algunos felices por lo que estaban viendo, otros muy asustados porque no podían entender que estuvieran contemplando imágenes que sólo pueden verse en las películas de ciencia ficción. Miles de máquinas fotográficas y equipos de filmación listos para grabar lo que iba a suceder hasta el momento en que un ruido, casi una explosión dio el indicio de que el objeto extraterrestre emergía a una velocidad increíble, alejándose del Valle de Calamuchita a cientos de kilómetros de altura, hasta que un nuevo suceso hizo paralizar los corazones de miles de personas: la nave se detuvo y comenzó a regresar, ahora más lentamente.
         El platillo volante giró muy lentamente sobre el Dique Los Molinos y se detuvo frente a los ojos asombrados de Gastón y Evelyn que estaban de pie, abrazados, viendo como aquella inmensa máquina de otros mundos se balanceaba frente a ellos a modo de saludo y luego, como un rayo se disparó hacia el cielo y desapareció.
         A pocos metros, con lágrimas en sus ojos, Gustavo y Lila eran testigos de aquellos instantes que con el tiempo serían una especie de milagro en la historia familiar.
         Sí, es verdad, sus hijos son pícaros y traviesos, a veces se pelean como todos los hermanos, pero qué hermosos son. Como dijo Estela, la sirenita del Lago Los Molinos, un instante antes de despedirse: “son hermosos, son hermosos, los amo”.

*