Querido Juan:
Tu libro es inclasificable,
desconcertante, atrapante, verdadero “innovador en la estética de la novela”.
Excede cualquier género (los incluye a todos) y allí está precisamente su
acierto y su belleza: (cartas, poemas, ensayo, cuentos), recuerdos y
comentarios de lecturas, algunas que fueron señeras en mi juventud y que me
arrojaron puñados de recuerdos como Nostalgia
de Dios.
La distinción tan exacta entre la libertad de los sentidos y
la libertad espiritual con sus consecuencias. También encontré coincidencias en
citas que he repetido y meditado muchas veces, por ejemplo la de Malraux: “El
siglo XX será religioso o no será”, pero nunca me puse a reflexionar sobre lo
que quiso decir con ese “no será”.
Pareciera que hubiéramos leído las mismas cosas en nuestra
juventud, aunque te llevo varios años. Y además la referencia al querido Juan
Yasser. Y me estremeció el poema de la página 123 diciéndote en nombre de Sara
lo que quizás alguien no te dijo jamás y te debía. ¿Desde cuándo?
Juan, por momentos te parecerá que deliro, pero tu libro es,
paradójicamente, una invitación a la locura cuerda o a la cordura loca (tiene
razón Chesterton cuando dice: “Loco es el
hombre que ha perdido todo, menos la razón”. Se saborea (es decir nos invita a la sabiduría)
se paladea, y una vez terminado nos invita a volver en cualquier página
sabiendo que siempre nos hará bien. Por ejemplo las páginas impecables sobre la
oración. Creo que te gratificaría conocer mejor a los jesuitas de hoy, “hombres
de frontera” como ellos se definen, que están hechos no para honores, sino para
el servicio. Así vive Rafael, mi hijo jesuita.
Para entrar en tu libro hace falta mucha disponibilidad, una
increíble “entrega” que no todos están dispuestos a ejercitar. Se suele apostar
por lo fácil, lo inmediato, sin el riesgo de asomarse a las profundidades. Pero
no te inquietes, Vocos decía “si hay uno que la recuerde/la canción ya no se
pierde”. Parafraseándolo te digo: “si hay uno que te lea bien, el esfuerzo está
logrado”. Además tu libro, tus fragmentos que permiten releerlo desde cualquier
punto, (pero después de haberlo leído bien) exige la participación del lector y
la comprensión de enciclopedia cultural que es vastísima y colocas a nuestro
alcance para que nos “desburremos”. Hay que leerte con actitud de aprender y
“aprehender” tu propuesta.
Gracias, porque es un libro necesario para estos
desconcertados hombres de nuestro desconcertado siglo y que a mí personalmente
me trajo informaciones que desconocía y fue motivo de meditaciones que
necesitaba.
LILA
PERRÉN DE VELASCO
Córdoba, 15 de julio del
2012.
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