APRENDER A APRENDER


         Pienso el acto de crear como una continua fiesta de la vida del Universo en perpetua regeneración. Toda nace, persevera y se transforma para continuar mutando en infinitas variaciones.
         La escuela y la cultura, como centro y motivación del aprendizaje humano, están expuestos a las mismas leyes que rigen todo organismo vivo y, en consecuencia, las exigencias para sobrevivir implican un acto  continuo de esfuerzo, invención, iniciativa, imaginación y desplazamiento hacia el centro de búsqueda de la excelencia.

         Nos vemos colectivamente sumergidos en un aparente desorden y ante el desafío ominoso de un futuro que inevitablemente se acelera hacia nosotros,  obligándonos a una toma de decisiones sin pausas que oriente al cumplimiento de nuestras necesidades más inmediatas,  pero también de aquellas que comportan una responsabilidad hacia nuestros descendientes.
         El diagnóstico de nuestras dificultades y carencias es más que evidente y las presiones para conservar lo que hasta hoy hemos construido impiden realizar las nuevas fundaciones para que los bienes del conocimiento se multipliquen y distribuyan hacia todos los ámbitos de la comunidad humana.
         Pienso en una escuela virtual que atraviesa los ámbitos del aula y se esparce en movimientos de ida y retorno hacia todas las esferas, hacia todas las culturas, hacia todos los seres, indiscriminadamente. Lo que fue ya no será igual, irremediablemente.
Están a nuestro alcance  los instrumentos adecuados  para el cambio pero es indispensable  que, con prudencia pero con firme voluntad, establezcamos un diálogo que converja hacia una pluralidad de intereses.
         No es solo la responsabilidad de la comunidad pedagógica la inmensa tarea de la educación en todos los niveles. Hoy, el aprendizaje escapa del los ámbitos tradicionales para instalarse en el conjunto de la sociedad. Nadie podrá escapar a las imposiciones de un mundo complejo en el que únicamente los más aptos podrán sobrevivir con dignidad.
         De ahí la idea de una escuela virtual y el ejercicio de una nueva asignatura: APRENDER A APRENDER. Saber distinguir lo verdadero de lo ilusorio, apartar lo superfluo y lo repetitivo, el engañoso enciclopedismo que hoy es un simple banco de datos al alcance de todos.
 Debemos inventar un nuevo dispositivo de aplicación del conocimiento para que nuestros hijos vean reducidos el tiempo de espera y los años de estudio y logren una expansión de la conciencia que empieza en la justa elección, continúa en la capacidad de discernir y culmina en los umbrales de la sabiduría, como meta espiritual y trascendente de nuestra humana condición. 

                                      
JUAN COLETTI

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