¿FILOSOFÍA PARA NIÑOS?

Ana Frank

¿Será, el XXI, el Siglo de los Niños?

Contaré, brevemente, la historia de una larga búsqueda y de algunos hallazgos realizados mientras seguía las pistas de una noticia. En 1996, Graciela Corvalán, profesora de literatura hispanoamericana en la Webster University de St. Louis, me puso en contacto con el Instituto para el Avance de la Filosofía del Montclair State College de New Jersey donde, desde 1974, el filósofo Matthew Lipman había echado las bases de un prometedor y revolucionario enfoque educativo para la enseñanza de las técnicas de pensamiento: la filosofía para niños, expuesta en forma de novelas orientadas a niños y adolescentes, que estimulan la discusión de las ideas en la clase y les permiten expresarse, con sus propias palabras, tanto en cuestiones que les conciernen como sobre aquellas que sólo parecen ser relevantes en el mundo de los adultos.

Apenas recibido el material solicitado y traducido gracias a la gentileza de Ana Yukelson, me dediqué a estudiarlo, a tomar apuntes y pensar qué podría hacer yo, alguien que no es pedagogo ni posee antecedentes académicos, para llevar adelante con más entusiasmo que experiencia, el propósito de acercarme a niños y adolescentes de manera de fomentar en ellos el desarrollo del razonamiento a través del diálogo.

Confieso que durante varios años había realizado algunos intentos que fracasaron apenas iniciados. ¿Filosofía para niños?, ¿qué es eso?, preguntaban con apenas soslayados tonos de ironía y suspicacia aun mis amigos más íntimos. A períodos de desaliento seguían otros en los que me parecía ver titilar una luz al final del túnel. Estos estados de ánimo crecían, invariablemente, cada vez que era invitado a escuelas y colegios donde tenía la oportunidad de dialogar con los lectores de mis libros. Sí, los niños y los adolescentes tienen una maravillosa capacidad para expresar sus ideas y emociones si somos capaces de crear junto a ellos una atmósfera propicia.

Entonces, ¿qué hacer?, ¿cómo poner en práctica lo que venía procesando durante años? Finalmente descubrí que podría intentarlo con lo que ha sido desde mi infancia el instrumento de mi propia búsqueda: la literatura. Así nació en, en 1997, el Taller de Escritura y Reflexión Ana Frank en el que niños, adolescentes y jóvenes escriben, piensan, dialogan, exponen sus conflictos y preocupaciones sin considerar que las discusiones que sostienen entre ellos y lo que escriben deba ser clasificado como filosófico, ético, metafísico, estético, lógico, teológico, etc.

Es poco el tiempo transcurrido para sacar conclusiones apresuradas. Sin embargo, aunque habría mucho más que decir sobre la experiencia recogida, me limitaré a comentar algunas cuestiones esenciales que fundamentan las actividades en el Taller Ana Frank.

A quienes preguntan por qué niños, adolescente y jóvenes se interesan por la literatura y la filosofía se les puede responder diciendo  que algunas personas expresan desde temprana edad asombrosas disposiciones vocacionales: literarias, artísticas, religiosas, profesionales, etc., que no siempre son advertidas en el seno de la familia o en la escuela, postergando a veces para siempre el talento creativo.

Es importante que ellos aprendan a escribir  y razonar en compañía de otros que expresan intereses similares, en pequeños grupos. Es posible que cuando unan, como en una red de relaciones múltiples, su potencial intelectual y emocional puedan ir tan rápido y tan lejos  como lo podrían hacer individuos más adultos, y aun superarlos.

Una pequeña comunidad para el ejercicio de la escritura y la indagación puede lograr seres capacitados para encontrar un mayor y profundo significado a lo que estudian y leen, a lo que dicen, piensan y hacen en relación con la familia, la escuela  y la sociedad.

Mediante los juegos creativos, la discusión y el diálogo, pueden reflexionar sobre diversas cuestiones tales como el propio yo, la relación con los otros, la importancia de las reglas y normas de la ley, la verdad, lo posible, lo desconocido, etc.

La creación literaria, el diálogo y la reflexión proporcionan una formidable defensa contra la tendencia actual predominante que subestima el talento, la curiosidad y la capacidad imaginativa que ellos poseen en cada una de las etapas de su vida.

La vocación por la literatura y el amor al conocimiento (la filosofía) se presentan como un oscuro presentimiento, difícil de definir y de explicar. Cuando este llamado queda insatisfecho se pierde, poco a poco, el sentimiento de la estima hacia sí mismo para dar lugar a la impotencia, la frustración,  el desprecio a la sociedad y el mundo.

Despertar las fuerzas creativas es encontrar semillas esenciales que los acompañarán a través del tiempo y que, inevitablemente, por permanecer en el centro de sus vocaciones, florecerán y darán sus frutos.

¿Será, el XXI, el Siglo de los Niños? Es probable, si aceptamos que las utopías del pasado son la realidad de hoy, si comprendemos que estamos atravesando la línea divisoria entre el oficio de enseñar y el arte de aprender, que de ninguna manera es lo mismo.

¿Han contemplado el rostro de un niño mientras escribe un cuento o una poesía? ¿Han visto el brillo de sus ojos mientras dialoga sobre cuestiones que él considera las más importantes de su vida? No se trata solo de la destreza que despliega para escribir o la habilidad para conjeturar. Ese niño o esa niña está dando los primeros pasos hacia algo que solo el amor al conocimiento pueden hacer posible: ser uno mismo una obra de arte viviente.

Tal vez alguien estará pensando que esto es pura literatura. Es posible. Mientras lo discutimos la sociedad y el mundo continuarán modificándose a una velocidad que supera nuestros estados de conciencia sin darnos tiempo para saber qué está sucediendo. ¿Filosofía para niños? ¿Cuál es el sentido?  Dejo que Joseph Campbell les responda:

“La vida carece de sentido. Vos ponés el sentido. El sentido de la vida es el que vos le das. Estar vivo es el sentido”.

Juan Coletti


No hay comentarios:

Publicar un comentario