NIÑOS ÍNDIGO

Los seres humanos tienen un campo energético que los identifica con mayor precisión que las huellas dactilares. Este campo o cuerpo de energía, relacionado con la conciencia evolutiva de cada individuo, puede ser visualizado como de distintas formas y colores, entre los cuales se detecta el índigo (añil, azul oscuro).
La banda de frecuencia índigo debe su color a su nivel de vibración y está determinada por los grados de expansión de la conciencia. Algunas personas tienen una especial sensibilidad que les permite ver la aureola de colores diversos que rodea los cuerpos humanos, fenómeno atribuido durante siglos al don de cierta clarividencia. Sin embargo, en Rusia, en la década del 60 del siglo XX, el científico Semyon Kirlian y su esposa Valentina desarrollaron una máquina fotográfica (*) que registra el tamaño, los colores y los matices del cuerpo electromagnético o aura.
Desde las últimas tres décadas se ha empezado a detectar en todas las razas y culturas la aparición de niños y niñas que poseen atributos físicos, intelectuales, psíquicos y espirituales diferentes  a lo que hasta hoy considerábamos un niño normal, cualidades que revelan la existencia de un nuevo paradigma humano. 
CARACTERÍSTICAS GENERALES

Tienen un ligero abultamiento del lóbulo frontal, ojos y orejas grandes. Sus huesos son finos por lo que generalmente son delgados. Sus cinco sentidos están altamente desarrollados. Son de poco comer y algunos rechazan la carne.
Poseen un incontenible caudal de energía. Son inquietos y les cuesta permanecer en un mismo lugar como si jamás se agotaran. Necesitan liberar su alta carga de energía y por eso la ciencia los califica como hiperkinéticos. 
Son talentosos, sensibles e intuitivos pero no siempre son emocionalmente fuertes. Necesitan equilibrar sus dos hemisferios cerebrales para absorber rápidamente cualquier información.
Aprenden rápidamente y en general se aburren y pierden interés en la enseñanza impartida por otros. Prefieren ser creativos antes que seguir la presentación secuencial de la información que se continúa empleando en la mayoría de las instituciones educativas.
Se vuelven atentos y se concentran ávidamente en aquello que les resulta interesante. Les gusta explorar, indagar, crear, reflexionar.
Aparentan saber quiénes son y qué desean en la vida. Algunos suelen tener sueños muy intensos que pueden recordar y describir detalladamente.
Profesan información a través del tacto por lo que continuamente necesitan estar tocando algo mientras hablan, ven y oyen. Podemos creer que están distraídos pero no es así. Una pelota pequeña que puedan apretar fácilmente les resulta útil mientras leen y escriben.
Tienen dificultad para adaptarse a la autoridad familiar, educativa, social. No aceptan presiones, imposiciones autoritarias ni amenazas. Son democráticos y no toleran la deshonestidad ni la falta de autenticidad por lo que es habitual verlos desafiantes, retadores y  hasta provocativos.
Aunque es natural que sobresalgan del conjunto, los niños índigo no deben ser considerados superiores a otros. Esto significaría un trato diferente, un prejuicio, un abismo que los podría separar del resto de la comunidad.
Son intuitivos y de una sensibilidad psíquica especial.  Prefieren ser líderes y no seguidores y se sienten muy solos cuando no pueden estar en compañía de seres afines. Prefieren la soledad antes de participar en grupos numerosos.
Su natural capacidad creativa les permite hacer las cosas a su manera, a veces porfiadamente. Esta actitud los hace aparecer  como desafiantes y transgresores del sistema familiar, educacional y social en los que están insertos. Lo que sucede es que ellos emplean patrones de pensamiento asociados al hemisferio derecho del cerebro (intuición, afectividad, creatividad, tendencias artísticas).
No son amigos de rituales tales como aceptar una autoridad rígida, formar fila o permanecer sentados durante horas sea en el aula o en actos o ceremonias de cualquier tipo.
El miedo a ser rechazados por su modo diferente de ser y ver la realidad, los puede transformar en niños agresivos o violentos. No es fácil entender hasta qué nivel de frustración pueden alcanzar  si no se sienten comprendidos y aceptados.
El temor al rechazo, a la reprobación y a la discriminación conduce a algunos de estos niños especiales a sobreadaptarse al medio, mimetizándose mediante el bloqueo de sus capacidades y dones naturales. Lo hacen como una autoexigencia para tratar de cumplir con un patrón ajeno a ellos (un patrón estándar) que les conceda una aparente normalidad. De este modo pierden la frescura y la natural espontaneidad que los caracteriza. 
En los niños índigo que se someten a un medio que para ellos es hostil, la presión puede conducirlos al enojo y al fastidio y es frecuente que se desborden molestando a sus compañeros, levantándose de sus asientos o interrumpiendo a la maestra como si un impulso irrefrenable los obligara a descargar la energía no consumida adecuadamente.

¿CÓMO IDENTIFICARLOS?

Para saberlo es necesario formularse algunas preguntas:
¿Actúa desde muy  niño con un sentido de dignidad personal?
¿Su mirada es profunda e inteligente?
¿Le molesta esperar, formar fila o quedarse quieto?
¿Tiene problemas con la autoridad familiar, escolar, social?
¿Es desobediente?
¿Se muestra frustrado o aburrido frente a la rutina o a una enseñanza clásica, enciclopedista y lineal?               
¿Prefiere la compañía de chicos de mayor edad o de adultos?
¿Se muestra interesado en actividades creativas?
¿Es hiperactivo y desordenado?
¿Ha formulado preguntas abstractas a temprana edad?
¿Se muestra arrogante cuando está aburrido?
¿Posee un cociente intelectual elevado?

UNA VISIÓN DISTINTA

Los niños índigo necesitan de un entorno familiar comprensivo y con la suficiente capacidad para contenerlos y orientarlos.
Si las relaciones con sus padres no son buenas, tendrán serias dificultades para su desarrollo integral.
Se debe ofrecerles contención y disciplinarlos amorosamente, tratarlos siempre con respeto y no mentirles jamás para favorecer su equilibrado crecimiento moral y espiritual.
Parte de su bienestar mental y emocional consiste en contar con suficiente tiempo libre y un ambiente social apropiado. Es necesario vigilar el tipo de alimentación, propiciar contactos con la naturaleza, la realización de ejercicios físicos y tareas manuales que los ayuden a canalizar sus energías.
El niño índigo, por mandatos de su naturaleza, necesita optar, tomar decisiones. Se debe procurar no darle órdenes de modo imperativo. Necesita sentirse confiado e integrado al entorno y en consecuencia hay que darle posibilidades de participar en algunas decisiones. El poder elegir, incluyendo el riesgo de equivocarse, lo hará responsable.

VERDADERO Y FALSO

Si existe algo que repugna al niño índigo es la manipulación, el manejo inescrupuloso que ejercen los ideólogos de la política y los fundamentalistas religiosos que se han enseñoreado con la humanidad durante siglos. El fruto de esa conducta es el mundo que hoy les toca vivir a estas criaturas especiales. 
Lógicamente, el niño  aún no ha formado este concepto pero lo intuye y no le agrada que lo conviertan en un conejillo de indias ni en un objeto de mercado al que sólo le interesa convertir la cuestión de los niños índigo en un creciente y lucrativo negocio.
En realidad, no sabemos tanto como quisiéramos sobre estas singulares criaturas. Estamos en los inicios de lo que para algunos es el nacimiento de un nuevo hombre signado incluso por modificaciones genéticas y para otros en una rápida evolución cultural provocada por la ciencia, la tecnología y el acceso acelerado al conocimiento.
Antes de sacar conclusiones no fundamentadas ni adherirnos ingenuamente a una nueva moda, conviene continuar indagando y profundizando con responsabilidad, tarea que debe estar en mano de padres, ecuadores, médicos, biólogos, genetistas, psicólogos, sociólogos, filósofos, escritores.
Quienes estamos en contacto con niños índigo, sabemos que con su mirada inteligente ellos nos están exigiendo respeto y protección. Puesto que somos los que estamos descubriendo y verificando las cualidades y dificultades que identifican a estos seres diferentes, tenemos la obligación de ser su garantía y evitar cualquier clase de manipulación, por más sutil y seductora que pueda parecernos.


JUAN COLETTI


(*)  Denominada máquina electrofotográfica de alta frecuencia que permite captar en cada toma las variaciones del estado físico y emocional de cualquier individuo. 


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Internet. “Semyon Kirlian”. 
NIÑOS ÍNDIGO. Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud. Ed. Kier. Buenos Aires, 2003.
NIÑOS ÍNDIGO. Nina Llinares. Ed.Expo-Ser México,      200l

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