Un poco más
de un año tenía Ramoncito cuando se extravió en el espeso monte de Las Tunas.
Una pareja de chanchos, cuyos hijos habían sido
devorados por perros cimarrones,
lo adoptó. Al principio, ella lo alimentaba
con la tibia leche que brotaba de sus tetas generosas; luego, el niño
aprendió a engullir raíces, hierbas y frutos silvestres y se convirtió en un
robusto cuadrúpedo, arisco y montaraz, en cuya mente la noche depositaba
fragmentos de un lejano caserío habitado por amables espectros.
Pasaron
los años. Una mañana, don Cipriano Farías, padre de Ramón y unos amigos suyos
que andaban cazando por los alrededores de la guarida, descubrieron aquella
bestia mezcla de hombre y cerdo pecarí que corría velozmente por los estrechos
túneles que los puercos salvajes modelan en la maraña impenetrable.
Vinieron
los chancheros con sus perros y juntos comenzaron a tejer una telaraña de
insultos y ladridos sobre el improvisado coto de caza hasta que al atardecer
acorralaron a la aterrorizada criatura y
la enlazaron. El pecarí macho pudo eludir el cerco de dientes y escopetas donde
la vieja nodriza quedó agonizando hasta que alguien se acercó con un afilado
cuchillo y la ayudó a penetrar en la serena mansedumbre de la muerte.
Era
ya noche cerrada cuando llegaron a las casas. Encendieron los faroles de
querosén, terminaron de limpiar el cuerpo de la chancha y lo colgaron en el
patio para que el rocío de la noche lo perfumara.
Ramón
fue enviado a la ciudad y allí aprendió a caminar erguido y expresarse con
rústicas palabras. Años después, siendo ya un joven, volvió a la estancia.
Cuando lo dejaban solo se sacaba las ropas y corría por el monte, husmeando la
invisible presencia de los pecaríes. Luego regresaba, por propia voluntad, desalentado y
repitiendo:
-Mamá
no está. Mamá no está.
Juan Coletti
Magnifico cuento Juan Coletti, que deja una enseñanza; es la de respetar la vida en todos sus sentidos; detrás de un animal, puede estar el mejor amigo del hombre; me gustaría leerlo en radio o re-publicarlo en uno de mis blog citando el autor, un abrazo
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