LOS NIÑOS TERRIBLES


Una rápida mirada en el hogar, en la escuela, en las noticias de los medios,  nos revela la presencia cada vez mayor  de niños y adolescentes   trastornados por desórdenes de la conducta, un patrón de comportamiento hostil y desafiante, no cooperativo, de  irritabilidad constante  con sus padres y hermanos, con sus compañeros y maestros y toda clase de personas que represente para ellos la autoridad. 
Lo que sigue es una síntesis destinada a padres y educadores que se ven diariamente afectados y que, en su mayoría, no saben a qué atribuir esas conductas ni cómo orientarse para superarlas.

SÍNTOMAS

Éstas y otras señales son las que ponen en evidencia los trastornos más habituales:

Perder el control emocional por cualquier motivo.
Propensión a discutir con los adultos.
Rehusarse a obedecer el mandato de los mayores.
Irritar a los demás por cualquier motivo.
Culpar a los otros por las dificultades que padecen.
Mostrarse rencoroso o vengativo. 
Tener problemas permanentes en la escuela.
Tener pocos amigos o perderlos sin sentirse afectados.
Ser impaciente e intolerante.
Molestarse con facilidad y protestar.
Ser susceptible y desconfiado.
Mantener una conducta manifiestamente grosera.
Padecer baja estima a pesar de mostrarse desafiantes.
Expresarse con tono severo y con poca amabilidad.




A QUIÉNES AFECTA

Según las estadísticas, son  más los  varones que mujeres los que padecen  algunos de estos trastornos hasta llegar a la pubertad;  a partir de ese ciclo parece igualarse la proporción entre ambos géneros. Afecta entre un 10 y un 15 por ciento  de la población etaria.
Son los padres, maestros y personas en posición de autoridad en el entorno del niño o adolescente los que están en mejores condiciones para detectar estas anomalías del comportamiento familiar y social.
En algunos casos estos trastornos se manifiestan simultáneamente con otros problemas de salud mental como son los estados de ánimo negativos, la ansiedad, la hiperactividad o el déficit de atención, lo que aumenta la urgente necesidad de un diagnóstico y tratamiento inmediatos.
Como un dato curioso, a tener en cuenta, parecen encontrarse más casos en el ámbito urbano que en el rural.
Para el establecimiento de un diagnóstico preciso, los desórdenes deben estar presentes por lo menos durante seis meses según algunas definiciones que se apuntan a continuación.

CUÁLES SON LAS CAUSALES

No se conocen con precisión hasta el momento aunque aparecen algunas  teorías básicas que procuran explicar el origen y el desarrollo de este tipo de comportamiento.
La creciente inestabilidad de los lazos familiares produce efectos nocivos sobre los más pequeños, quienes quedan atrapados en una complicada red de relaciones de parentesco sin saber cuál es su verdadera posición e identidad. 
Algunos científicos sugieren que los trastornos comienzan cuando los niños tienen entre uno a tres años de edad. Quienes desarrollan estas características, niños y adolescentes, pueden haber tenido algunas dificultades en el aprendizaje inicial.
Otros sugieren que las características negativas son actitudes aprendidas que reflejan el efecto de las técnicas inapropiadas empleadas por sus padres o personas en posición de autoridad.
Hay quienes señalan como desencadenamiento la pérdida de autoridad de los padres, el desprestigio social de la carrera docente (mal remunerada, mal considerada), el desprecio por lo distinto, por lo que no se amolda a las expectativas de la cultura predominante.
Muchos padres y madres, por más que se esfuercen en  cumplir con su deber, parece que no tienen otra opción que ser excesivamente permisivos, poniéndose al servicio absoluto de sus hijos quienes, obviamente, se transforman en seres ingobernables y déspotas con las desastrosas consecuencias por todos conocidas. 

TRATAMIENTO PROFESIONAL

El tratamiento específico de aquellos que padecen algunos de los síntomas que identifican estos trastornos será del pediatra en el caso de los niños o el médico en los adolescentes, basándose en lo siguiente:

Edad, sexo, estado de la salud en general del paciente.
Verificar qué tan adelantados están los síntomas.
Comprobar la tolerancia (si fuera necesario) a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
El tratamiento podrá incluir o no psicoterapia individual.
Considerar alternativas para una terapia familiar que tiene como objetivo mejorar la capacidad de comunicación y el fomento de la interacción familiar.
La crianza y educación de estos niños y adolescentes, suele resultar una tarea muy difícil y agobiadora. Los padres, a su vez, necesitan apoyo y comprensión y al mismo tiempo aprender a desarrollar métodos  más eficaces para la crianza y educación de sus hijos.
No debiera descartarse la terapia de grupo con los compañeros de la escuela con el propósito de utilizar las capacidades sociales e interpersonales.
Si se descarta algún tipo de terapia específica (pudiendo haberla implementado), los síntomas no solamente no desaparecerán sino que se incrementarán hasta llegar a patologías más complejas.

NIÑOS DE UN MUNDO DIFERENTE

No sabemos con precisión cuáles son las causales que han dado nacimiento a esta pléyade de niños terribles, muchos de los cuales, desgraciadamente, en pocos años aparecerán como protagonistas de resonantes noticias en el mundo criminal.
Sí sabemos que estamos inmersos  en  una sociedad y una cultura que agonizan y otra que está en pleno y acelerado despertar.
Tal vez algunos de los niños y adolescentes de hoy sean ni más ni menos que prematuros indignados en una sociedad y en una familia que no sabe contenerlos.
                                           

Juan Coletti








No hay comentarios:

Publicar un comentario