El niño corre, ágil y feliz por el patio
de tierra.
Salta y trepa a los árboles con fuerza y
destreza. Dialoga y ríe con invisibles ángeles del cielo.
Su padre José, el carpintero, callado y
laborioso, construye rústicos muebles bajo la sombra de la parra. Un poco más
allá, a la penumbra de la tortuosa higuera, la burrita gris espanta las moscas
con su cola. Sobre el horizonte, bajo el ardiente sol del mediodía, se recortan
las milenarias montañas y el místico desierto de Nazareth.
De pronto el chico se detiene y piensa.
Va al taller, pide una herramienta, dos trozos de madera y clavos. En un
instante, a golpes de martillo, ha construido algo que él considera hermoso y
perfecto, un juguete mágico y divino.
Camino presuroso a los brazos de su
madre y se lo ofrece. María, sorprendida, ahoga los sollozos de su corazón y lo
aprieta fuertemente en su regazo.
Sin comprender cuál es la oculta causa
del dolor que ha provocado con su juego, el niño queda absorto contemplando la
pequeña cruz que ha fabricado con sus manos.
Después, muy lentamente, con una
anticipada tristeza de sabiduría en sus ojos se vuelve, llorando, hacia su
madre.
Tengo ke aser la respuesta de esto me pueden alludar..
ResponderEliminar¿quienes eran los protaginistas?
¿que sucederia?
¿cual sera la complicacion?
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